domingo, diciembre 31, 2006

Jesus Myers

by Matt Sesow

jueves, septiembre 29, 2005

Difícil elección

Time: 16:30

La mañana vino y se fue, con suavidad, sin molestar a nadie. Y es que cuando tengo que adoptar una decisión importante, el tiempo me pasa por encima. No soy un genio chicos. No, no lo soy. Las horas vuelan mientras me siento en una esquina de la habitación, atascado; incapaz de darle salida a mis pensamientos que, en un flujo desordenado, rechinan en mi cabeza. Me desespera ser consciente de mis propias limitaciones.

Pero no me va mal, no me quejo. He ascendido en la escala jerárquica de la delincuencia hasta mi nivel máximo de incompetencia. Hasta aquí he llegado.

Los hombres de mi banda son duros, eso no se puede negar. Pero sólo confío en Big Joe, es al único que daría la espalda; no a Willy el Lagarto o Larry o Sergei, los chicos del rastreo. Esos venderían a su madre por dinero; de hecho, creo que Larry la vendió a los 15 años. En fin... No importa. Todos sabemos que éste, como todos, es un negocio difícil y cabrón.

Me dedico al contrabando de turingio concentrado. El turingio es un material que sólo se encuentra en las lunas Smokey y Bandit, las dos lunas más alejadas de Athena. En la actualidad, el turingio, material escaso y cuya extracción está absolutamente prohibida salvo al gobierno central de Athena, es la única fuente energética capaz de mover los teleportadores o TransPai, que permiten viajar instantáneamente entre planetas.

En la Tierra pagan barbaridades por esto; los viejos Transpai sólo pueden trabajar con turingio o con una cantidad de energía tal que dejaría a la antigua Nueva York sin luz durante un par de días.

Nosotros movemos cantidades pequeñas de turingio. Si quieres algo más grande necesitas hablar con los Armenios. Yo nunca me he metido en eso. No aspiro a hacerlo, no tengo la cabeza para llevar una organización así. Sólo tengo mis huevos, que no es poco, te lo digo yo.

Por lo dicho, no me gusta llamar la atención... Mira, no sé si es verdad que el capullo era Huisman. Si no lo es, reconozco que su jugada fue hábil, porque Big Joe no le hubiera dejado salir vivo de nuestro almacén; si era Huisman, el tío que asesinó al alcalde de Lisboa -que es como decir que asesinó al Papa en el siglo XVII- hace una semana, pues tampoco quiero tener nada que ver con él; toda la pasma le persigue y no me interesa averiguar qué hace aquí. La verdad, no me gustaría mucho ir a la comisaría de Ostrich City a declarar.

Llevo dándole vueltas desde entonces: ¿debería haberlo matado allí mismo? ¿Y si al dejarlo vivo lleva a la policía a nuestro almacén?

Ayer abandoné la ciudad y aquí estoy, recluido en un antiguo faro nuclear a dos mil kilómetros de distancia, pensando en qué le voy a decir a mis hombres. Están abajo esperando. Sólo tengo una solución: levantamos el garito y nos instalamos en otro lado. Huisman tiene una dirección, pero nadie sabe lo que hay en el local de Big Joe.

Deberíamos haberlo matado.

No sé si mi liderazgo sobrevivirá a este error.

viernes, septiembre 09, 2005

Tenemos a un gilipollas

Time: 04.30

—Tenemos a un gilipollas —dijo Big Joe.

Asentí con la cabeza y delante de mi mesa Big Joe y Willy el Lagarto arrojaron al paisano.

Tenía como 50 años y una larga trenza en la cabeza, a la cual le habían practicado una brecha de aireación con una botella y quizá algo más. Giraron al sujeto y observé una curiosa perilla y un bigote algo más largo de lo normal: era una especie de imagen oriental para un típico habitante del Sistema Solar. Les llamaban Híbridos de Fundición: una imagen muy de moda en la Tierra, pero que les convertía en carne de cañón en Athena y particularmente en Ostrich City.

Estaba un poco sonado del golpe, así que le despertamos con lo último en tecnología de interrogatorios: una patada en los huevos.

Para Big Joe fue un ejercicio intenso, por lo que no pudo evitar un sonoro pedo.

—Es la tensión, jefe —se disculpó. Había estado varios años intentando controlar sus Emisiones Kioto, como lo llaman ahora los manuales de medicina, pero con escaso éxito. Al comienzo de nuestra relación yo pensaba que no podría soportarlo, pero es increíble cómo acaba adaptándose el ser humano a cualquier circunstancia, por repulsiva y difícil que parezca. Y lo digo yo, que he soportado durante varios años las duchas de varias cárceles de Athena.
***

Time: 04.33

Nos costó unos instantes que reaccionara, y algo más que nos dijera su nombre: Sal Huisman.

—Mierda —dijo Big Joe.

Un frío extraño me invadió. Sentí cómo se erizaban los pelos de la nuca. Habíamos enganchado al tío más buscado de la Galaxia.

—Sacadlo de aquí —dije.